miércoles, 25 de junio de 2014

FRUSTRACIÓN EN EL MARIANO ACOSTA

Mediodía frío en Buenos Aires. El barrio de Balvanera está de fiesta celebrando los 140 años de uno de sus emblemas histórico-culturales: el colegio Mariano Acosta.
Hay alumnos y ex alumnos, profesores, padres, funcionarios. Se habla y se recuerda. Se evocan los nombres de ilustres educandos que pasaron por sus aulas: Julio Cortázar, Leopoldo Marechal, Enrique Santos Discépolo, Marcelo Torcuato de Alvear, David Viñas y Manuel Sadosky, entre otros. Terminan las palabras y los asistentes aplauden y esperan. Es el tiempo de la música, pero la música no se escucha y sí un silencio que tiene su elocuencia.

Después de alimentar sus ilusiones durante más de un mes en ensayos llenos de entusiasmo, más de cien chicos de la sede Balvanera del Programa de Orquestas Infantiles y Juveniles de la Ciudad de Buenos Aires no pueden presentarse. El frío ganó su partida. No el frío climático, sino el frío de los funcionarios del Gobierno de la Ciudad que, insensible, prohibió la salida de sus escuelas y sus traslados. La música también se hace con silencios, pero este silencio impuesto, destruyó la música y todo el barrio fue un poco más gris en una tarde gris.

¿A quién le importa la música? ¿A quién le importa ese maravilloso bien común que atesora la humanidad? Seguro no le importa a los señores que, argumentando alguna mezquina cuestión burocrática o presupuestaria, frustraron las aspiraciones y las ilusiones de un centenar de chicos que, con mucho esfuerzo, estudian un instrumento para hacer música y crecer desde la música y hacer que otros también crezcan al compartirla.

Según los datos extraídos de las informaciones periodísticas, todo el mundo se quedó con la boca abierta (como Mafalda) por la aparente deserción de este (señalamos una vez más) bien común que faltó a la cita vaya a saber por qué distracción de algún funcionario que, al notar la ausencia de Violetta, sintió la innecesariedad de la presentación.

En mis tiempos había tiempo -en palabras de María Elena Walsh- para disfrutar entre todos de la música que, a pesar de los malos augurios, seguirá protegiéndonos.

SUSANA RINALDI


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